Extracto de Weegee by Weegee. Ziff-Davis Publishing Company, 1961 (Parte II)

«La vida era como un horario fijo, trágico pero puntual»

Weegee sentado en un taburete escribiendo a maquina en el maletero de su Chevrolet - Weegee International Center of Photography Cortesía Colección M. M. Auer

Weegee sentado en un taburete escribiendo a maquina en el maletero de su Chevrolet – Weegee International Center of Photography Cortesía Colección M. M. Auer

Empezaba la ronda a medianoche. Primero revisaba los teletipos de la policía para ponerme al día de los últimos sucesos y luego me metía en el coche. Encendía la radio de la policía y después la del coche, en la que sintonizaba una de esas emisoras para lumbreras en las que ponen música clásica. La vida era como un horario fijo, trágico pero puntual, en el que se intercalaban crímenes con momentos cómicos que aliviaban un poco la tensión.

Desde la medianoche hasta la una de la madrugada, escuchaba las llamadas que la gente hacía a las comisarías informando de que había mirones en los tejados o en las escaleras de incendios de las residencias de enfermeras. Los policías se las tomaban a risa y dejaban que los chavales se divirtieran un poco. De la una a las dos, las llamadas eran para denunciar atracos a las tiendas que seguían abiertas. Esas sí que les interesaban. De las dos a las tres, accidentes de tráfico e incendios, sucesos rutinarios que los policías habían aprendido a gestionar ya desde la academia, cuando no eran más que novatos. A las cuatro se animaba la cosa. Era la hora a la que cerraban los bares, y a los muchachos se les había subido el alcohol a la cabeza. El camarero gritaba: «¡Cerramos!», pero los clientes se negaban a irse… ¿Por qué iban a querer volver a casa con las pesadas de sus mujeres? Los uniformados los acompañaban a la salida y volvían a entrar para tomarse unas copas en la oscuridad de la trastienda. Luego, de las cuatro a las cinco, recibían las llamadas sobre robos y escaparates rotos.

Las horas más trágicas venían después de las cinco. Gente que había pasado la noche en vela angustiada por problemas de salud, dinero o amor. Tocaban fondo, tanto física como mentalmente, y al final se lanzaban al vacío Nunca conseguí fotografiar eso… Me pasaba por allí con el coche. La naturaleza era amable. Una mujer había aterrizado en la acera y había perdido un zapato, pero no tenía ni una sola marca en el rostro. Los policías le cubrían el cuerpo con papeles de periódico. Yo no podía soportarlo; daba la noche por terminada.

Weegee by Weegee, 1961

 

#WeegeeByWeegee  | #‎PhotographyInPrintOnline | #FundacionBancoSabadell 

Exposición hasta el 5 de noviembre de 2017

Passeig Picasso, 14. | 08003 Barcelona |  www.fotocolectania.org

Horarios: De lunes a sábado de 11h a 20h. Domingos de 11h a 15h. Festivos cerrado Entrada: 4 € (Reducida: 3 €. Primer domingo de mes, entrada gratuita).

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